Si la creatividad tenía que ver en
parte con la capacidad para producir soluciones novedosas o puntos de
vista alternativos frente a los desafíos del entorno, este mes de
noviembre la investigadora Helena Melero nos invitó a conocer una de las
formas más inesperadas y estimulantes de creatividad: la
sinestesia.
Helena Melero Carrasco synlabmadrid[at]gmail.com |
La sinestesia sería aquella “variante
no patológica de la percepción humana por la cual un estímulo
sensorial o cognitivo (inductor) da pie a la aparición de un
percepto sensorial o cognitivo adicional (concurrente)”.
Un ejemplo basado en la propia
experiencia de Helena (quien hace años descubrió que era sinestésica) sería que, al leer la letra A, automáticamente la
visualiza de color rojo.
No se trata de que “se entremezclen”
los sentidos, sino que una cualidad se añade a la que
esperaría recibir la mayor parte de las personas.
Este fenómeno no sería algo
completamente ajeno a la experiencia de cualquiera. De hecho,
existen para todos nosotros lo que se denominan relaciones
intermodales universales, sutiles correspondencias entre
modalidades sensoriales que revelan un “cableado” cerebral común.
Estas relaciones intermodales se manifestarían, por ejemplo, a
través de correspondencias lingüísticas (un color chillón)
o en fenómenos como el conocido como efecto Bouba y Kiki (Nielsen & Rendall, 2013).
Al hablar de sinestesias congénitas nos estaríamos refiriendo a asociaciones que comparten las siguientes características (Cytownic & Eagleman, 2009):
· El inductor es un
percepto simple
· El concurrente se percibe de forma automática e involuntaria
· La experencia tiene un componente emocional intrínseco
· La asociación sinestésica es estable e idiosincrásica
Esto nos permitiría diferenciar la sinestesia congénita de fenómenos de aprendizaje
asociativo o de sinestesias adquiridas por medio de lesiones
neurológicas (talámicas) o estados alterados de conciencia
(intoxicaciones con LSD, entre otras).
Con todo y con esto, cada día se va
sabiendo más acerca de la sinestesia, hasta el punto de que hoy se
conocen más de 80 variedades, un número que no para de crecer.
Obra de la artista Melissa S. McCracken, artista sinestésica quien en su web personal afirma: "I paint music". |
En cuanto a la prevalencia, como
suele ocurrir, al disponer de una definición operativa y pasar a
convertirse en foco de interés, progresivamente va aumentando la
cantidad de personas que afirman poseer algún grado de sinestesia.
En el momento actual se estima que la frecuencia podría oscilar
dentro de una horquilla de entre el 1-4% al 23% de la población
general, presentándose en
proporción similar entre hombres y mujeres.
De entre los
sinestésicos, el 90 % serían del tipo asociador, percibiendo
las sinestesias como representación interna, pero un
10% (los denominados proyectores) experimentarían la percepción
sinestésica fuera del campo mental, es decir, percibirían el
estímulo “como si” tuviera presencia en el mundo externo, lo
cual arroja interesantes vínculos hacia la fenomenología
alucinatoria.
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Tras la introducción fenomenológica
Helena pasó a abundar en la evidencia empírica acumulada en
torno al fenómeno sinestésico. Nos habló de las diferentes
baterías de pruebas diseñadas para medir el fenómeno (Eagleman et
al, 2007), o las ingeniosas variantes de la prueba de Stroop
aplicadas a su estudio.
Un recorrido por los diferentes
modelos explicativos nos brindó algunas certezas en torno a la
sinestesia, pero también nos enfrentó a uno de los puntos
principales de controversia: parece que hay agregación familiar, y
por tanto un componente genético, pero ¿se manifiesta éste en una
cuestión estructural o más bien funcional?
Ramachandran
y su equipo propusieron que existía una activación cruzada
por proximidad de las áreas cerebrales encargadas de procesar los
grafemas, por un lado, y la categorización del color por otro. El
modelo de retroalimentación desinhibida propondría la
intervención de una tercera área funcional que mediaría en la aparición de
dicha asociación. El modelo de hyperbinding señalaría
a la región del surco intraparietal como clave en la
asociación entre perceptos.
A medida que se han ido obteniendo
resultados en estudios de neuroimagen estructural y funcional dichos
modelos se han podido ir contrastando y refinando. Eso ha llevado a
que, a día de hoy, se reconozca que existen diferencias
significativas en ambos sentidos (morfológico y funcional) entre
individuos neurotípicos y personas sinestésicas.
Además, los esfuerzos investigadores dirigidos a buscar una base
neurobiológica común a las sinestesias de diferentes
modalidades sensoriales, poco a poco van desvelando los vínculos
con la función atencional, la integración multimodal y los
componentes emocionales de la percepción (Emotional Binding
Theory, Melero et Al, 2013 y Melero et Al, 2014)
Antes de dar paso al debate Helena nos
ha avanzado algunas de las preguntas que actualmente dirigen los
esfuerzos investigadores en este campo: ¿cuál es el papel del
ambiente en el desarrollo de asociaciones específicas?, ¿somos
todos sinestésicos al nacer?, ¿puede entrenarse la sinestesia?
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Otras cuestiones de interés que hemos
abordado han querido desafiar la definición de sinestesia. Si
entendemos la sinestesia como la expresión más acentuada de un
fenómeno universal y continuo (una dimensión) como serían las
relaciones intermodales, ¿no podrían existir casos de intensidad
tal que supusieran una distorsión de la capacidad atencional o se
vivieran como una patología bien desde el punto de vista del
individuo, bien desde el entorno?
La cuestión del etiquetado social
se ha desvelado, de nuevo, la piedra de toque a la hora de definir
patológico o normal. Muchas veces el énfasis en la no patología
tiene que ver con la necesidad de realizar pedagogía compensatoria
ante la tendencia a la simplificación en los medios o en la cultura
popular, que tiende a asociar infrecuente con patológico y común
con sano. Esto nos mete de lleno en el creciente debate sobre la
neurodiversidad y la necesidad
de no estigmatizar lo infrecuente.
Por otro lado nos hemos preguntado
acerca de la presencia, en los estudios mencionados, de posibles
variables psicológicas individuales que pudieran estar
introduciendo sesgos o actuando a modo de factores de de confusión.
Hemos reflexionado también acerca de
los sorprendentes paralelismos entre algunas de las
experiencias descritas por los sinestésicos y el mundo de la
fenomenología psicótica, especialmente en cuanto a las
clásicas percepciones sin objeto o alucinaciones.
Y desde un punto de vista
evolucionista nos hemos preguntado si la frecuencia de las
asociaciones sinestésicas en determinadas modalidades sensoriales
tendrá que ver con el peso relativo que dichas modalidades han
tenido en la historia evolutiva de nuestra especie, teniendo en
cuenta que la aparición del lenguaje verbal y musical se trata de un
fenómeno reciente.
Enormemente estimulados por la reunión
hemos sido invitados, al igual que nuestros lectores, a comprobar si
somos o no sinestésicos, así como a hacer una inmersión en los
diferentes foros y asociaciones de personas sinestésicas, por lo enriquecedor de
muchas de sus descripciones en primera persona.
Si crees que puedes ser sinestéstic@, no dudes en contactar con synlabmadrid [at] gmail.com