lunes, 14 de noviembre de 2016

Sobre la sinestesia

Si la creatividad tenía que ver en parte con la capacidad para producir soluciones novedosas o puntos de vista alternativos frente a los desafíos del entorno, este mes de noviembre la investigadora Helena Melero nos invitó a conocer una de las formas más inesperadas y estimulantes de creatividad: la sinestesia.

Helena Melero Carrasco
synlabmadrid[at]gmail.com
La sinestesia sería aquella variante no patológica de la percepción humana por la cual un estímulo sensorial o cognitivo (inductor) da pie a la aparición de un percepto sensorial o cognitivo adicional (concurrente)”.

Un ejemplo basado en la propia experiencia de Helena (quien hace años descubrió que era sinestésica) sería que, al leer la letra A, automáticamente la visualiza de color rojo.
No se trata de que “se entremezclen” los sentidos, sino que una cualidad se añade a la que esperaría recibir la mayor parte de las personas.

Este fenómeno no sería algo completamente ajeno a la experiencia de cualquiera. De hecho, existen para todos nosotros lo que se denominan relaciones intermodales universales, sutiles correspondencias entre modalidades sensoriales que revelan un “cableado” cerebral común. Estas relaciones intermodales se manifestarían, por ejemplo, a través de correspondencias lingüísticas (un color chillón) o en fenómenos como el conocido como efecto Bouba y Kiki (Nielsen & Rendall, 2013).

Al hablar de sinestesias congénitas nos estaríamos refiriendo a asociaciones que comparten las siguientes características (Cytownic & Eagleman, 2009):

· El inductor es un percepto simple
· El concurrente se percibe de forma automática e involuntaria
· La experencia tiene un componente emocional intrínseco
· La asociación sinestésica es estable e idiosincrásica

Esto nos permitiría diferenciar la sinestesia congénita de fenómenos de aprendizaje asociativo o de sinestesias adquiridas por medio de lesiones neurológicas (talámicas) o estados alterados de conciencia (intoxicaciones con LSD, entre otras).

Con todo y con esto, cada día se va sabiendo más acerca de la sinestesia, hasta el punto de que hoy se conocen más de 80 variedades, un número que no para de crecer.

Obra de la artista Melissa S. McCracken,
artista sinestésica quien en su web personal afirma: "I paint music".
En cuanto a la prevalencia, como suele ocurrir, al disponer de una definición operativa y pasar a convertirse en foco de interés, progresivamente va aumentando la cantidad de personas que afirman poseer algún grado de sinestesia. En el momento actual se estima que la frecuencia podría oscilar dentro de una horquilla de entre el 1-4% al 23% de la población general, presentándose en proporción similar entre hombres y mujeres.

De entre los sinestésicos, el 90 % serían del tipo asociador, percibiendo las sinestesias como representación interna, pero un 10% (los denominados proyectores) experimentarían la percepción sinestésica fuera del campo mental, es decir, percibirían el estímulo “como si” tuviera presencia en el mundo externo, lo cual arroja interesantes vínculos hacia la fenomenología alucinatoria.

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Tras la introducción fenomenológica Helena pasó a abundar en la evidencia empírica acumulada en torno al fenómeno sinestésico. Nos habló de las diferentes baterías de pruebas diseñadas para medir el fenómeno (Eagleman et al, 2007), o las ingeniosas variantes de la prueba de Stroop aplicadas a su estudio.

Un recorrido por los diferentes modelos explicativos nos brindó algunas certezas en torno a la sinestesia, pero también nos enfrentó a uno de los puntos principales de controversia: parece que hay agregación familiar, y por tanto un componente genético, pero ¿se manifiesta éste en una cuestión estructural o más bien funcional?

Ramachandran y su equipo propusieron que existía una activación cruzada por proximidad de las áreas cerebrales encargadas de procesar los grafemas, por un lado, y la categorización del color por otro. El modelo de retroalimentación desinhibida propondría la intervención de una tercera área funcional que mediaría en la aparición de dicha asociación. El modelo de hyperbinding señalaría a la región del surco intraparietal como clave en la asociación entre perceptos.

A medida que se han ido obteniendo resultados en estudios de neuroimagen estructural y funcional dichos modelos se han podido ir contrastando y refinando. Eso ha llevado a que, a día de hoy, se reconozca que existen diferencias significativas en ambos sentidos (morfológico y funcional) entre individuos neurotípicos y personas sinestésicas.

Además, los esfuerzos investigadores dirigidos a buscar una base neurobiológica común a las sinestesias de diferentes modalidades sensoriales, poco a poco van desvelando los vínculos con la función atencional, la integración multimodal y los componentes emocionales de la percepción (Emotional Binding Theory, Melero et Al, 2013 y Melero et Al, 2014)

Antes de dar paso al debate Helena nos ha avanzado algunas de las preguntas que actualmente dirigen los esfuerzos investigadores en este campo: ¿cuál es el papel del ambiente en el desarrollo de asociaciones específicas?, ¿somos todos sinestésicos al nacer?, ¿puede entrenarse la sinestesia?

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Otras cuestiones de interés que hemos abordado han querido desafiar la definición de sinestesia. Si entendemos la sinestesia como la expresión más acentuada de un fenómeno universal y continuo (una dimensión) como serían las relaciones intermodales, ¿no podrían existir casos de intensidad tal que supusieran una distorsión de la capacidad atencional o se vivieran como una patología bien desde el punto de vista del individuo, bien desde el entorno?

La cuestión del etiquetado social se ha desvelado, de nuevo, la piedra de toque a la hora de definir patológico o normal. Muchas veces el énfasis en la no patología tiene que ver con la necesidad de realizar pedagogía compensatoria ante la tendencia a la simplificación en los medios o en la cultura popular, que tiende a asociar infrecuente con patológico y común con sano. Esto nos mete de lleno en el creciente debate sobre la neurodiversidad y la necesidad de no estigmatizar lo infrecuente.

A medida que el fenómenos de la sinestesia se va conociendo y
divulgando en diferentes medios, se retroalimentan las
representaciones de algo difícilmente comprensible desde la empatía.
Por ejemplo, esta ilustración, con todo y siendo enormemente sugerente,
¿inquieta o aproxima?. ¿estigmatiza o normaliza?
Por otro lado nos hemos preguntado acerca de la presencia, en los estudios mencionados, de posibles variables psicológicas individuales que pudieran estar introduciendo sesgos o actuando a modo de factores de de confusión.

Hemos reflexionado también acerca de los sorprendentes paralelismos entre algunas de las experiencias descritas por los sinestésicos y el mundo de la fenomenología psicótica, especialmente en cuanto a las clásicas percepciones sin objeto o alucinaciones.

Y desde un punto de vista evolucionista nos hemos preguntado si la frecuencia de las asociaciones sinestésicas en determinadas modalidades sensoriales tendrá que ver con el peso relativo que dichas modalidades han tenido en la historia evolutiva de nuestra especie, teniendo en cuenta que la aparición del lenguaje verbal y musical se trata de un fenómeno reciente.

Enormemente estimulados por la reunión hemos sido invitados, al igual que nuestros lectores, a comprobar si somos o no sinestésicos, así como a hacer una inmersión en los diferentes foros y asociaciones de personas sinestésicas, por lo enriquecedor de muchas de sus descripciones en primera persona.



Si crees que puedes ser sinestéstic@, no dudes en contactar con synlabmadrid [at] gmail.com



2 comentarios:

  1. Gracias Camilo por el insuperable resumen, he experimentado una “sinestesia situacional-vivencial” mientras lo leía (aunque me temo Helena Melero o Ramachandran me corregirían por el uso incorrecto del término). Sin duda Helena no pudo transmitir mejor todos estos conceptos y hasta experimentó con nosotros presentándonos la “matriz numérica” y el fenómeno “pop out” (o reconocimiento con clave) de Ramachandran y Hubard .

    Sorprendentes también las otras modalidades de sinestesia que explicó, como la sinestesia de neuronas espejo – tacto (mirror-touch synesthesia) ,en la que explicaba como algunos sujetos al observar a otras personas siendo tocadas, podrían experimentar sensaciones táctiles en el propio cuerpo, hecho que ha sido analizado con técnicas de neuroimagen funcional (RMNf), habiéndose observado hiperactividad en la red neuronas espejo. Otros fenómenos relacionados de gran interés son el de sinestesia de miembros fantasma (Ramachandran, 1996) y el de sinestesia táctil-emocional (Ramachandran y Bran, 2008). No muy lejos de estas aportaciones andaba Simon Baron Cohen, cuando postuló que si tanto la sinestesia como el autismo implicaban excesiva conectividad neuronal, entonces la sinestesia sería un hallazgo más frecuente en sujetos con autismo.

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  2. Por cierto, evisando el campo de las alucinaciones funcionales y reflejas, parece que la clave de la diferencia con la sinestesia estaría en lo siguiente:

    En la alucinación funcional se asocia una percepción real (pitido de un coche) con una alucinación (oir voces). Es decir, el primer estímulo, que es real y de modalidad sensorial auditiva, desecandena una alucinación que pertenece a una modalidad sensorial distinta.

    En la alucinación refleja, lo que se da es una modalidad sensorial distinta del estímulo real que la desencadena, por ejemplo al escuchar un pitido de un coche, ver la imagen de alguien (aquí un estímulo auditivo está provocando una alucinación visual). Sin embargo entiendo que esta última modalidad puede ser más difícil de distinguir en algunos casos.

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